
«El paternalismo médico ha quedado atrás. El respeto a la autonomía del paciente es hoy la piedra angular de una atención sanitaria ética y de calidad»
¿Hasta dónde llega la autonomía del paciente en reproducción asistida? La libertad de decidir cuándo y cómo tener hijos es un derecho fundamental, pero en la práctica se enfrenta a dilemas éticos complejos, como la justicia y equidad en el acceso a los tratamientos, la responsabilidad médica de evitar daños o los límites que imponen determinadas técnicas.
Sobre estos y otros desafíos reflexiona Rocío Núñez, coordinadora del Grupo de Interés en Ética y Buenas Prácticas de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), en una entrevista que ofrecemos en vísperas del SEF-Campus ‘Autonomía del Paciente en Reproducción Asistida’, que tendrá lugar el 9 de octubre en Madrid.
¿Qué retos éticos plantea actualmente la autonomía del paciente en el ámbito de la medicina reproductiva y la fertilidad?
La autonomía reproductiva se define como la libertad y el control sobre las decisiones relativas a cómo y cuándo concebir, en función de las preferencias individuales. Es decir, las personas deben poder ejercer su derecho al autogobierno respecto a su salud reproductiva. Sin embargo, en la práctica clínica, esta autonomía puede entrar en conflicto con otros principios bioéticos fundamentales, como la no maleficencia —cuando una decisión puede suponer un daño, ya sea para el propio paciente o para un tercero— o la justicia, especialmente si las decisiones individuales comprometen la equidad en el acceso a los tratamientos.
Por eso consideramos que es fundamental reflexionar sobre estos dilemas. El Campus de la SEF que celebraremos en octubre ofrecerá un enfoque eminentemente práctico, mediante el análisis de casos clínicos reales, que nos permitirán identificar, comprender y abordar estos conflictos desde una perspectiva ética, profesional y humana.
¿Cómo se equilibra el respeto a la autonomía del paciente con la responsabilidad médica de informar y orientar?
La autonomía se ejerce a través del consentimiento, pero este debe estar sustentado en una información rigurosa y comprensible. El profesional tiene la responsabilidad de ofrecer esa información, orientar al paciente y exponer las opciones disponibles. Sin embargo, hay una diferencia esencial entre las decisiones técnicas —donde la evidencia científica es determinante— y las decisiones éticas, que están profundamente ligadas a los valores personales. En estas últimas, es indispensable abrir un diálogo honesto y horizontal con el paciente, que permita encontrar un punto de encuentro entre ambas perspectivas.
¿La autonomía del paciente implica siempre una toma de decisiones libre, o existen condicionantes sociales, económicos o emocionales que pueden sesgarla?
La autonomía no puede entenderse como un acto aislado o puramente individual. Las decisiones que tomamos están profundamente influenciadas por el contexto social, cultural, económico y emocional en el que vivimos. Por eso, el profesional debe tener la sensibilidad de comprender esas circunstancias, escuchar los valores y la experiencia del paciente y, desde ahí, acompañarle en la toma de decisiones. No se trata de condicionar su autonomía, sino de reconocer que aquello que es “bueno” o “correcto” no es universal, sino que depende del proyecto vital de cada persona.
¿Qué papel juega el consentimiento informado en la garantía de la autonomía del paciente en los tratamientos de reproducción asistida?
El consentimiento informado es una herramienta esencial, pero no suficiente. Ética, legal y deontológicamente, el profesional está obligado a garantizar un proceso de consentimiento que no se limite a la firma de un documento, sino que implique una transmisión real de conocimiento: clara, completa, adaptada a la persona. Solo si el paciente comprende los riesgos generales y específicos, y los posibles resultados del tratamiento, podrá ejercer de forma genuina su derecho a decidir.
Desde el punto de vista ético, ¿cómo se gestionan los conflictos entre los deseos del paciente y los límites legales o deontológicos del profesional?
Cuando hablamos de límites legales o deontológicos, no puede haber conflicto: el cumplimiento de la ley es ineludible. Pero cuando entramos en el terreno de los valores personales del profesional, sí puede surgir una tensión con los valores del paciente. En estos casos, lo ético es abrir un espacio de deliberación y buscar un equilibrio. El profesional debe acompañar al paciente, compartir su criterio y su experiencia, pero sin imponer. El objetivo final es que sea el paciente quien, desde un conocimiento profundo y respetuoso, decida qué camino seguir.
¿Qué avances o debates considera el grupo de interés en ética y buenas prácticas de la SEF que deben abordarse con urgencia para reforzar la autonomía del paciente en medicina reproductiva?
Lo prioritario es avanzar hacia un modelo de relación clínica centrado en la participación y la deliberación compartida. El paternalismo médico ha quedado atrás: hoy, el respeto a la autonomía del paciente es la piedra angular de una atención sanitaria ética y de calidad. Esto implica un cambio de paradigma: el profesional informa, orienta y propone; pero es el paciente quien, con esa información, toma la decisión final. No se trata solo de respetar un derecho, sino de construir una relación asistencial basada en la confianza, el respeto mutuo y la corresponsabilidad.
Pincha aquí para obtener más información del Campus SEF sobre Autonomía en Reproducción Asistida, que se celebrará en octubre en Madrid.