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'Es evidente, asumiendo un proceso biológico innato, que la mujer tiene un papel trascendental y único en la reproducción humana', Cristina López

Desde generaciones pasadas, las mujeres han tenido una disciplina maternal que venía de ámbitos sociales, familiares y educacionales que, durante todo el transcurso de la adolescencia tardía y adultez, les ha integrado la idea de tener un poder innato para ser madres y que podían utilizarlo cuando quisieran. Era tal ese poder, que también surgieron mecanismos de prevención para frenarlo como son los métodos anticonceptivos. Sin embargo, en algunos casos, el proceso vital de la mujer se rompe en el momento en que decide hacer uso de esa atribución innata y no es posible. 

En el día de la mujer, hemos preguntado a Cristina López, coordinadora del Grupo de Interés de Psicología de la SEF, qué carga asumen las pacientes en un proceso de infertilidad, respecto a su pareja masculina.

“Es evidente, asumiendo un proceso biológico innato, que la mujer asume un papel trascendental y único en la reproducción humana”, explica la experta, “tener problemas de reproducción no es sinónimo de patología, pero la mujer tiende a percibirlo como algo que está fuera de lo que se esperaba de ella y automáticamente sucede un carrusel de emociones de fragilidad, culpa, frustración, rabia y sobre todo una pérdida de control ante un hecho que teníamos la certeza de que ocurriría” añade.

El agravante del tratamiento médico

“Todo esto se agrava, con el cargo de tener que recurrir a un proceso médico para hacerlo realidad” destaca la psicóloga. “Un proceso dónde se mezcla la ciencia, la medicina y la propia biología de la pareja, pero que innatamente, la mujer tiene la gran potestad para que esa combinación de elementos haga el objetivo realidad”, matiza.

Las mujeres asumen ese proceso biológico “artificial” sometidas a un desgaste físico sostenido en el tiempo, que se incrementa de manera exponencial si se requieren de varios ciclos para lograr embarazo. Porque hay algo que no ha cambiado y es el hecho de que es la mujer quien se embaraza y quien finalmente da a luz. Esta es una cuestión objetiva que pone sobre ella un peso añadido.

“Hay que decir, que en estas circunstancias se hace con un desgaste emocional que les hace percibirlo de manera más negativa y, en muchos casos, con una carga de pensamientos negativos de alerta y amenaza a la idea de no conseguirlo”, recalca Cristina López. “Ese desgaste emocional viene desde la conciencia de perder el control en este aspecto de su vida y tener que confiar en alguien externo a ella, como es el equipo médico, para alcanzarlo” continúa la psicóloga. 

La culpa y el estigma

Cada año nacen más de 40.000 bebés por reproducción asistida en nuestro país y, aunque los tratamientos de Fecundación in Vitro e Inseminación Artificial cada vez son más populares, sigue habiendo tabúes sobre este método reproductivo que invitan a veces a la estigmatización de los pacientes.

En los casos de parejas homosexuales, puede vivirse muy similar, ya que el peso de todo el proceso sigue siendo de una de las partes. "Entre mujeres puede haber un apoyo más empático, pero no hay que olvidarse de que las habilidades o estrategias que se tengan para afrontar una situación dependerán de la experiencia o gestión emocional de la persona no del género" apunta la coordinadora del grupo de psicología. 

En la maternidad en solitario, por su parte, la mujer no tiene porqué percibir el tratamiento más solitario que aquellas pacientes que lo viven acompañadas, porque en su gran mayoría, cuentan con una buena red social y familiar que puede complementar perfectamente las carencias de hacerlo con una pareja. La predisposición y voluntad de querer ejercer la maternidad en solitario, ya puede dotar a las mujeres de estrategias emocionales para poder llevar el proceso de manera óptima.

En cualquier caso, cuando el tratamiento se hace en pareja, no hay que infravalorar el papel del compañero/a en los tratamientos, donde aportan la confianza, comunicación y el apoyo tan necesario para calibrar los difíciles momentos.  “Ambos forman un equipo ante un proyecto en común pero inevitablemente, la mujer soporta el peso grande de este proyecto” concluye la experta.

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