La infertilidad se refiere a la incapacidad de un individuo para tener descendencia de manera natural. Es una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que puede afectar tanto al aparato reproductor masculino como femenino e impide el éxito en la concepción o que el embarazo se lleve a término.
Se considera necesaria, por lo general, una evaluación para el diagnóstico de la infertilidad cuando una pareja lleva 12 meses manteniendo relaciones sexuales habituales sin protección y no ha logrado el embarazo. En el caso de mujeres mayores de 35 años, el tiempo estipulado es de seis meses practicando relaciones sin protección.
Cuando una pareja no logra concebir, ambos miembros tienen la misma probabilidad de sufrir el problema de infertilidad.
El origen de la infertilidad puede deberse a multitud de factores. Según los estudios científicos, en un 30 % de los casos se debe a factores femeninos; en otro 30 %, la causa afectará al varón; en otro 30 %, la causa será mixta, presentando ambos miembros de la pareja alteraciones y, en el 10 % restante, la causa será idiopática o de origen desconocido.
La infertilidad es un problema muy común. Según la OMS, se estima que a nivel mundial afecta a unos 186 millones de personas.
La prevalencia de la infertilidad varía significativamente dependiendo de la región geográfica o el país. Y las causas subyacentes de la infertilidad pueden ser muy diferentes en cada caso. No obstante, los datos apuntan a que entre el 10 y el 17 % de las parejas en todo el mundo experimentan infertilidad en algún momento de su etapa reproductiva. Esto la convierte en una de las enfermedades más comunes entre las personas de 20 a 45 años.
En España, se estima que aproximadamente una de cada seis parejas en edad reproductiva tiene problemas para tener hijos. La infertilidad afecta, por tanto, al 15-20% de las parejas españolas.
En la última década, diversos factores, como los hábitos de vida poco saludables, el sobrepeso, la contaminación ambiental y ciertas enfermedades, han contribuido al aumento de la tasa de infertilidad en nuestro país.
Para poder diagnosticar la infertilidad, es necesaria la evaluación del caso por un especialista en medicina reproductiva mediante pruebas médicas específicas que permitan establecer o descartar el diagnóstico de infertilidad.
Los problemas de fertilidad son complejos y de origen multifactorial, por lo que el diagnóstico no es necesariamente definitivo.
Si tu pareja y tú lleváis más de un año manteniendo relaciones sexuales sin protección, pero aun así no habéis logrado el embarazo, es recomendable que acudáis a un especialista para que estudie vuestra capacidad reproductiva. Es importante recalcar que los problemas de fertilidad no son tan infrecuentes: se calcula que en España 800.000 parejas los sufren.
Sin embargo, en muchas ocasiones, lograr el éxito reproductivo es posible mediante técnicas y tratamientos de reproducción asistida.
La infertilidad de origen desconocido se refiere a aquellos casos en los que, tras haberse llevado a cabo todas las pruebas médicas necesarias, no se ha logrado identificar una causa evidente que explique la infertilidad de la pareja.
Se estima que en un 10 % de los casos la infertilidad es de origen desconocido, es decir, se desconoce su etiología, la causa detrás del problema de fertilidad.
Recibir este diagnóstico es frustrante, ya que no se propone una manera específica de abordar el problema. Sin embargo, es importante destacar que esto no significa que no exista un tratamiento posible. Es necesaria una evaluación más exhaustiva, ya que el motivo de la infertilidad es menos frecuente, existe una causa subyacente, pero esta es más difícil de diagnosticar.
La infertilidad secundaria se refiere a aquellas parejas que no logran que un nuevo embarazo llegue a término, habiendo concebido previamente, y tras haber buscado la gestación durante un periodo de un año (seis meses en mujeres mayores de 35 años). Aunque puede ser debida a múltiples factores y causas, suele estar asociada principalmente a la edad.
España es un país de referencia en materia de medicina reproductiva. Existen multitud de tratamientos para personas y parejas con problemas de fertilidad que pueden implicar a uno solo de los miembros de la pareja o a ambos si su origen se debe a la concurrencia de varios factores.
Los tratamientos médicos habituales implican desde la administración de fármacos hasta la realización de cirugías como, por ejemplo, en el caso de malformaciones uterinas u obstrucción en las trompas de Falopio. Por otro lado, existen Técnicas de Reproducción Asistida (TRA) como la Inseminación Artificial (IA) o la fertilización in vitro, ya sea de manera convencional o por el método de Inyección Intracitoplasmática (ICSI), que hacen posible lograr el embarazo.
En un elevado porcentaje de los casos existirán tratamientos que atajen el problema, pero una alternativa que muchas parejas contemplan cuando las TRA no son suficientes es recurrir a donantes de gametos. Son una opción establecida en determinados diagnósticos de infertilidad y una buena alternativa para parejas que han intentado todos los tratamientos convencionales posibles sin éxito.
Antes de empezar un tratamiento de reproducción asistida es necesaria una evaluación tanto de tu fertilidad como de la de tu pareja. Entre las pruebas de fertilidad que habitualmente se realizan encontramos:
El Sistema de Seguridad Social ofrece el acceso a tratamiento de fertilidad a parejas que no pueden concebir de manera natural. Entre los servicios que se cubren en los hospitales públicos se encuentran los tratamientos de inseminación artificial, ya sea con semen de donante (IAD) o de la pareja (IAC), los tratamientos de fecundación in vitro, así como la preservación de la fertilidad. Estos tratamientos están cubiertos para parejas heterosexuales, parejas de mujeres y mujeres solteras. Debido al elevado coste de técnicas como el diagnóstico genético preimplantacional (DGP) o la ovodonación, la Seguridad Social no las financia.
Para poder solicitar estos tratamientos es necesario cumplir una serie de requisitos:
Estos son los requisitos de acceso a nivel nacional establecidos por el Ministerio de Sanidad. Sin embargo, dependiendo de la comunidad autónoma, estos requisitos pueden variar en cierta medida. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, ha ampliado el límite de edad establecido hasta los 45 años.
El número de ciclos permitidos para tratamientos de reproducción asistida varía en cada comunidad autónoma, aunque en términos generales se establece un máximo de tres ciclos para FIV, cuatro intentos para inseminación artificial con semen de la pareja (IAC) y seis intentos en caso de IAD.
La Fecundación In Vitro (FIV) es una técnica de reproducción asistida que consiste en la unión del óvulo con el espermatozoide fuera del cuerpo de la mujer, en un laboratorio, con el objetivo de obtener embriones que puedan ser transferidos al útero materno para su implantación y desarrollo.
En cuanto al coste de la FIV en España, este puede variar según la clínica y la ciudad donde se realice el tratamiento. En promedio, el coste de un ciclo de FIV en España oscila entre los 4.000 y los 6.000 euros, aunque puede llegar a ser más elevado dependiendo de las características específicas del tratamiento. Es importante tener en cuenta que no todos los aspectos del tratamiento están siempre incluidos en el precio. Esto suele suceder, por ejemplo, con los medicamentos hormonales necesarios para la estimulación ovárica, lo que puede aumentar el coste total del tratamiento.
Los registros clínicos muestran que el 2-3% de los recién nacidos vivos tienen una anomalía congénita importante o un trastorno de origen genético. Es recomendable que cualquier pareja con deseos de concebir se realice pruebas genéticas, ya que muchas veces los padres pueden ser portadores de una enfermedad autosómica recesiva. Si ambos son portadores de la misma enfermedad, aunque no presenten ningún síntoma, existe un riesgo del 25 % de que transmitan la patología a su futuro/a hijo/a. Esto se aplica a parejas que son capaces de concebir naturalmente, así como a aquellas que reciben tratamiento para la infertilidad.
Sin embargo, existen ciertos casos en los que la recomendación de realizarse pruebas se vuelve más necesaria como, por ejemplo:
Los antecedentes familiares ayudan a definir los riesgos de aparición de anomalías cromosómicas, trastornos monogénicos o poligénicos en una familia determinada. Esta información, a su vez, orienta al equipo médico en los test genéticos específicos que debe indicar.
La prevalencia de anomalías cromosómicas es de uno de cada 200 nacidos vivos. Su prevención no es posible a nivel preconcepcional, a menos que sea asociado a un Tratamiento de Reproducción Asistida (TRA). Técnicas como el análisis embrionario o PGT-A permite la selección embrionaria, limita la implantación de embriones cromosómicamente anormales, sorteando la interrupción clínica del embarazo.
De forma significativa, estas anomalías cromosómicas están asociadas con la edad materna avanzada. Por tanto, la edad materna es un factor determinante a la hora de recomendar pruebas genéticas.
Finalmente, respecto a enfermedades monogénicas, exista o no historia familiar, es recomendable realizar pruebas de cribado (test de compatibilidad) en todas las parejas, para identificar aquellas con riesgo reproductivo elevado. Esto es válido tanto para el uso de gametos propios como en los casos de donación de gametos.
Los tratamientos de fertilidad son considerados seguros y confiables, ya que se llevan a cabo bajo rigurosos protocolos especializados y monitorizados por profesionales capacitados.
Es importante tener en cuenta que todas las técnicas de reproducción asistida, al igual que cualquier otro procedimiento médico, conlleva ciertos riesgos y posibles complicaciones. En el caso específico de la estimulación ovárica, puede presentarse una hiperestimulación que conlleve síntomas leves como hinchazón y dolor abdominal, náuseas o vómitos. Con menor frecuencia puede convertirse en una condición grave que requiera hospitalización.
Además, en ocasiones se valora la posibilidad de transferir dos embriones (la transferencia de tres embriones no es habitualmente aconsejable), lo que pueda resultar en embarazo múltiple que, como cualquier embarazo gemelar, supone riesgo de complicaciones durante la gestación o prematuridad.
Asimismo, en un porcentaje muy pequeño de los casos los tratamientos de reproducción asistida implican complicaciones como abortos espontáneos debido al propio tratamiento, o embarazos ectópicos cuando el ovulo fecundado implanta fuera del útero.
La endometriosis es una enfermedad crónica que se caracteriza por un crecimiento del tejido que reviste el útero (el endometrio) de manera que crece fuera de su localización habitual en la cavidad uterina. Así, el tejido endometrial invade otras zonas del aparato reproductor femenino como ovarios o trompas de Falopio. También afecta con menor frecuencia a zonas más externas como la vejiga, riñones, intestinos o pulmones.
Durante el ciclo menstrual, el endometrio que se ha desarrollado fuera del útero también se desprende y produce un sangrado similar al que ocurre con el revestimiento uterino. Al producirse en lugares anómalos, la sangre no puede ser correctamente expulsada del cuerpo, lo que provoca inflamación y un dolor intenso.
Además, la endometriosis a menudo se asocia con problemas de fertilidad ya que, por ejemplo, la inflamación puede dar lugar a la formación de tejido cicatricial que obstruya las trompas de Falopio.
Entre un 10-15 % de las mujeres y niñas en edad reproductiva sufren esta condición. Por tanto, se estima que afecta a unos dos millones de españolas.
Las causas exactas de la endometriosis se desconocen. Actualmente, carece de cura. Las opciones de tratamiento están enfocadas en el alivio de los síntomas y la mejora de la calidad de vida de las pacientes e incluyen analgésicos, terapia hormonal para reducir el crecimiento del tejido endometrial o cirugías para extirpar el tejido endometrial.
El Síndrome de Ovarios Poliquísticos (SOP) es un trastorno de tipo endocrino y metabólico que se caracteriza por una elevada producción de hormonas masculinas (andrógenos) a nivel ovárico. Es una causa común de infertilidad que afecta al 10 % de las mujeres en edad fértil.
Los síntomas del SOP son distintos para cada mujer, pero el principal es el crecimiento de quistes en el ovario, lo que afecta al ciclo menstrual, que suele ser irregular o pueden incluso sufrir ausencia del mismo (anovulación). Además se asocia con aumento de peso, crecimiento de vello facial y corporal, acné y problemas de fertilidad.
La baja respuesta ovárica es como se conoce a la condición que afecta a algunas mujeres, cuando tras someterse a una estimulación hormonal como parte de un ciclo de fecundación in vitro (FIV), sus ovarios no responde de manera óptima y se obtienen menos óvulos de lo esperado. Las pacientes con menor cantidad y peor calidad de óvulos tras un tratamiento de estimulación ovárica también se conocen como "baja respondedora".
El motivo principal de esta baja respuesta ovárica suele ser una edad materna avanzada, una baja reserva ovárica (no necesariamente siempre está ligada a la edad), o la presencia de trastornos a nivel ovárico como SOP u otros desequilibrios hormonales.
Esto influye en la probabilidad de éxito del tratamiento de reproducción asistida, ya que las pacientes cuenta con menos embriones para transferir. En algunas ocasiones, para recuperar óvulos suficientes se procederá a un ciclo de acumulación de ovocitos, los obtenidos se vitrifican y se realiza un segundo protocolo de estimulación hormonal.
La azoospermia es el término empleado para referirse a la ausencia total de espermatozoides en una muestra seminal. La calidad espermática del semen se evalúa mediante un espermiograma o seminograma cuando tras varios análisis ninguna de las muestras contiene espermatozoide al varón se le diagnostica este factor de infertilidad.
La azoospermia puede deberse a que el varón no produce espermatozoides por causas hormonales, genéticas o que sí se producen, pero existe una obstrucción, un bloqueo en los conductos espermáticos. También se produce como consecuencia de una vasectomía o un tratamiento oncológico.
La vasectomía se considera un método anticonceptivo permanente que consiste en realizar un corte en los conductos deferentes impidiendo la salida de los espermatozoides de los testículos. Por este motivo sólo debería realizarse cuando se busque una esterilización permanente. Sin embargo, en determinadas ocasiones, la reversión de la vasectomía sí es posible.
En aproximadamente un 10% de los casos será definitiva, especialmente si han pasado más de 10 años desde que se realizó la intervención. En otro elevado porcentaje de los casos, el paciente puede someterse a una segunda operación conocida como vasovasostomía. Esta microcirugía consiste en conectar nuevamente los conductos deferentes y revirtiendo así la vasectomía.
Sí, la obesidad puede tener un impacto negativo en la fertilidad tanto de hombres como de mujeres. Los científicos estiman que duplica la probabilidad de sufrir infertilidad.
En mujeres, la obesidad se relaciona con un aumento del riesgo de Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP) y con alteraciones ovulatorias debido a cambios hormonales asociados al aumento de peso. Además de dificultar la concepción, el riesgo de complicaciones durante el embarazo y en el momento del parto también aumenta.
En hombres, la obesidad se relaciona con una mayor frecuencia de disfunción eréctil y una disminución de la fertilidad debido a alteraciones en la calidad y cantidad de espermatozoides en las muestras de semen.
Es una prueba genética dirigida a identificar si una pareja presenta riesgo reproductivo elevado, respecto a la población general, de tener descendencia afectada. Si ambos padres son portadores de una misma mutación, sus hijos tienen un 25 % de posibilidades de heredar dos copias anómalas del gen y desarrollar la enfermedad.
La prueba analiza enfermedades genéticas hereditarias como la fibrosis quística, talasemia, o hemofilia, entre otras.
Para llevarla a cabo se recoge una muestra de sangre o saliva de cada miembro de la pareja (o donantes) y se extrae el ADN para analizar si existe alguna variante patogénica asociada a enfermedades hereditarias recesivas. Los resultados obtenidos de ambos miembros se emparejan para determinar si existe o no un riesgo elevado.
El objetivo de esta prueba es reducir dicho riesgo de forma significativa, mediante manejo clínico personalizado con técnicas de reproducción asistida, como análisis de embriones o uso de donación de gametos.
No obstante, el riesgo de tener descendencia afectada no será cero, ya que siempre existe un pequeño riesgo residual.
El objetivo de los tratamientos de reproducción asistida (TRA) es lograr el nacimiento de un bebé sano.
La medida final del éxito de estos tratamientos que se tiene en cuenta es la tasa acumulada de nacidos vivos por cada ciclo de estimulación ovárica. La estimulación ovárica tiene como objetivo inducir el desarrollo de muchos folículos en el ovario para finalmente obtener el máximo número de óvulos posible en cada ciclo y aumentar las posibilidades de lograr el embarazo.
Sin embargo, esta estimulación puede tener efectos negativos en el útero y aumentar el riesgo del síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO), que se caracteriza por una respuesta exagerada al exceso de hormonas. El SHO es más común en mujeres que se someten a fecundación in vitro o inducción de la ovulación con medicamentos inyectables. A veces, los medicamentos orales para la ovulación (como el clomifeno) también pueden causar SHO, aunque es menos común. Además, se han observado efectos adversos durante el embarazo y neonatales en los casos de respuesta excesiva a la estimulación ovárica.
Se estima que los casos de mala respuesta a la estimulación ovárica tienen una prevalencia de entre el 9% y el 24%. Por lo tanto, no es algo especialmente inusual. Se desconoce la etiología exacta que causa esta mala respuesta, pero se han encontrado una serie de causas altamente correlacionadas:
Existe una serie de estrategias para tratar a las pacientes con baja respuesta ovárica entre las que encontramos el uso de protocolos de estimulación ovárica específicos y adaptados para las pacientes "bajo respondedoras" o técnicas experimentales como el rejuvenecimiento ovárico o el autotrasplante de corteza ovárica.
Otras estrategias para el tratamiento de mujeres con respuestas subóptimas es recurrir a la acumulación de ovocitos mediante ciclos de vitrificación, así se incrementa el número de embriones obtenidos respecto a los que se habrían logrado en un ciclo de FIV convencional.
La preservación de la fertilidad consiste en una serie de técnicas que permiten obtener y conservar los gametos masculinos o femeninos con su calidad y características intactas para una concepción futura.
La preservación se logra mediante un proceso de vitrificación, es decir, la congelación de la muestra de semen, los óvulos recuperados o embriones a -196ºC. En ocasiones, también se puede criopreservar tejido ovárico o testicular, aunque es menos habitual.
Este tratamiento se recomienda a aquellas personas o parejas que desean posponer su maternidad o paternidad, así como en determinados casos con condiciones médicas asociadas como la endometriosis o pacientes que van a someterse a un tratamiento oncológico que puede afectar a su fertilidad.
Para poder ser donante de óvulos es necesario cumplir con los requisitos establecidos en el Real Decreto 412/1996. Esta ley estipula que se trata de acción altruista y anónima. Entre los requisitos que la legislación establece encontramos:
El estrés y el estilo de vida afectan significativamente a la fertilidad. Es un asunto complejo que no afecta a todas las personas por igual y que requiere de más estudios en estas áreas. Sin embargo, sí está establecido que en mujeres el estrés puede afectar a nivel del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal. Provoca alteraciones en la ovulación y, por tanto, menstruaciones irregulares, también se considera que puede afectar a la implantación uterina.
En el caso de los hombres, el estrés afecta a la producción espermática, pudiendo reducir su cantidad y calidad seminal.
El bienestar psicológico no suele considerarse importante, pero la realidad es que pueden jugar un papel muy importante y suponer un retraso en la consecuencia del embarazo.
En lo relativo al estilo de vida, este también tiene un fuerte impacto sobre la fertilidad.
Llevar un estilo de vida sano es importante en trastornos que afectan a la mujer y se asocian a problemas de fertilidad como la endometriosis o el SOP.
También está establecido que un consumo excesivo de alcohol y tabaco afecta a la probabilidad de fecundación del óvulo. En el caso de varones, estos malos hábitos afectan a la calidad seminal al producir daños a nivel del ADN espermático. En mujeres también pueden afectar a la ovulación y la implantación del embrión. La falta de ejercicio físico regular también puede afectar la fertilidad, ya que puede provocar un aumento de peso y una disminución de la calidad de los gametos.
Todos los tratamientos médicos afectan a nivel físico, psicológico, emocional y económico. Es normal todo lo que estás sintiendo.
Descubrir la infertilidad es un proceso que influye en todos los aspectos de la vida de las mujeres, lo que puede desencadenar diversas emociones y sentimientos, tales como la culpa, la frustración, la tristeza y la ira.
Contar con el apoyo de la pareja, el entorno y compartir el problema con otras mujeres en la misma situación puede facilitar este proceso.
A pesar de que la infertilidad es una condición que afecta a ambos miembros de la pareja, habitualmente tiene una mayor repercusión psicológica en las mujeres, ya que está más estigmatizado el hecho de que no logren ser madres. A menudo tienen sentimientos de culpabilidad y soledad y puede afectar a sus relaciones personales.
Someterse a un tratamiento de fertilidad puede ser un proceso estresante y abrumador, derivando en problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad. Por este motivo, el acompañamiento psicológico tras un diagnóstico de infertilidad y al inicio de un tratamiento de reproducción asistida puede ser clave.
El acompañamiento psicológico ayuda a manejar los momentos difíciles de incertidumbre y frustración asociados a los problemas de fertilidad o un diagnóstico de infertilidad.
Los psicólogos especializados proporcionan herramientas para lograr un mejor equilibrio emocional. Tener una fuente de apoyo y no sentirse aislado puede ser esencial para mantener la esperanza y manejar el estrés asociado a un tratamiento de fertilidad.
La terapia psicológica puede proporcionar un espacio seguro para que las personas expresen sus sentimientos y trabajen en estrategias para mejorar la toma de decisiones y para hacer frente a la situación.
Es fundamental entender que la infertilidad es un problema que afecta a la pareja en su conjunto, no solo a la mujer. Por lo tanto, es esencial que ambos miembros asistan juntos a todas las citas médicas, pruebas, entrevistas y sesiones de apoyo psicológico para hacer frente a este desafío. En estos tiempos, más que nunca, es importante trabajar en equipo para superar esta dificultad.
Además, es muy recomendable que se acuerden límites en relación al proceso de reproducción asistida: económicos, número de intentos, el tiempo dedicado…
Para parejas en las que uno de los miembros o ambos tienen el VIH, existen diferentes opciones reproductivas que permiten minimizar el riesgo de transmisión sexual, tanto a la futura descendencia como al otro miembro en las parejas serodiscordantes.
Entre las opciones disponibles la principal son los tratamientos antirretrovirales (TAR) que reducen la carga vírica en la sangre, disminuyendo el riesgo de transmisión.
Si solo el varón presenta VIH, se puede recurrir a la inseminación artificial tanto con semen propio como de donante. En caso de utilizar una muestra propia de la pareja se lleva a cabo un lavado de semen y una determinación de la carga viral por PCR, para asegurar que la muestra postlavado no contiene el virus. De igual modo, se puede recurrir a la fecundación in vitro (FIV) con lavado seminal.
Si la mujer es positiva en VIH, la eficacia en los tratamientos reproductivos puede verse reducida y la técnica (IA, FIV o ICSI) dependerá de la causa de la infertilidad. Es habitual recurrir a la ICSI y parto por cesárea para reducir el riesgo de transmisión perinatal del VIH.
También existe la posibilidad de que una mujer con VIH pueda llevar a cabo un embarazo natural con el uso de terapias antirretrovirales. Si la carga viral del VIH se mantiene indetectable durante todo el embarazo, el riesgo de transmisión del VIH al feto es muy bajo.
En España, la transmisión vertical, de madre a hijo, representa el 0,1% de todos los nuevos casos. En cualquier caso, el riesgo de transmisión del VIH nunca es cero. Por ese motivo es importante que un médico especializado en el tratamiento de estos casos guíe la concepción e informe de todos los posibles riesgos y beneficios de cada opción.
La ciencia debe acompañar e impulsar los avances de la sociedad. La reproducción asistida hace posible que nuevos modelos de familia tengan hijos/as de manera biológica.
Así, a diferencia de las parejas heterosexuales, las parejas del mismo sexo y mujeres solteras acuden a la consulta de reproducción sin que necesariamente haya un problema reproductivo.
Por este motivo, un tratamiento habitual para madres solteras y parejas de mujeres que buscan el embarazo es la inseminación artificial con semen de donante (IAD).
Si la mujer soltera que busca la maternidad presenta problemas de fertilidad o no todos los indicadores son favorables (baja calidad de los ovocitos, reserva ovárica baja…), lo habitual es que se someta a una Fecundación In Vitro con o sin ICSI o, en última instancia, recurra a la ovodonación, es decir, un tratamiento de FIV con doble donación de gametos.
Estos mismos tratamientos están disponibles para parejas de mujeres. Una de ellas sería la madre biológica y gestante, mientras que la otra se convierte en madre por adopción del recién nacido. En el caso de que ambas mujeres deseen establecer lazos biológicos con el recién nacido pueden recurrir al método de Recepción de Óvulos de la Pareja (ROPA).
Actualmente, la legislación española no contempla la posibilidad de que parejas de hombres u hombres solteros puedan convertirse en padres biológicos por medio de la reproducción asistida, ya que la gestión subrogada no está permitida en España.
El método ROPA (Recepción de Óvulos de la Pareja) es una técnica de reproducción asistida específica para parejas de mujeres que posibilita que ambas participen activamente en la gestación.
Un miembro de la pareja actúa como madre genética al aportar el óvulo. Este óvulo se fecunda con espermatozoides procedentes de un donante del banco de semen mediante la técnica FIV tradicional o por ICSI.
El embrión se transfiere luego a la otra mujer, que será la madre gestante o biológica, previa preparación endometrial para lograr la implantación. Ambas mujeres juegan un papel muy importante y tienen un vínculo único con el bebé.
Así, es una opción que permite compartir la experiencia del embarazo y la maternidad a aquellas mujeres que deseen formar este modelo familiar. También es una opción que hace posible que la mujer que desee llevar a cabo la gestación, parto y lactancia, pueda lograrlo, aunque presente problemas de fertilidad como una baja reserva y calidad ovocitaria o riesgo de transmitir enfermedades genéticas.
Para la realización del método ROPA, se requiere que la pareja esté casada, ya que la donación de óvulos no es anónima y esto supone una excepción a lo establecido en la Ley de Reproducción Asistida 14/2006.
Los embriones euploides son aquellos que tienen un número normal de 46 cromosomas. Los embriones euploides tienen muchas más posibilidades de implantarse con éxito, mayores posibilidades de embarazos exitosos y tasas reducidas de aborto espontáneo.
El mosaicismo embrionario se define como la presencia de dos o más líneas celulares genotípicamente diferentes. Es decir, el embrión tiene células con distinta composición genética. Surge de errores durante las primeras divisiones celulares en la etapa de desarrollo embrionario tras la fecundación.
En contraposición a aneuploidías uniformes o anomalías cromosómicas presentes en todas las células, dependiendo del número de células anómalas y el tejido que compongan, el mosaicismo puede no tener consecuencias para el feto. En otras ocasiones sí se traducirán en una condición genética que afecte al feto o a su calidad de vida.
Existen pruebas genéticas para detectar un embrión mosaico como, por ejemplo, el diagnóstico genético preimplantacional (DGP).
En la actualidad, España cuenta con alrededor de 311 centros de fertilidad. Estas clínicas están ubicadas en diferentes partes de la península y las islas. De todas estas clínicas, un pequeño porcentaje, entre un 10 y un 20%, son hospitales públicos que ofrecen tratamientos de fertilidad cubiertos por la Seguridad Social.
Según datos del Registro Nacional de Actividad de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), en 2020 se registró en España el nacimiento de un total de 30.246 niños mediante técnicas de reproducción asistida. Esto representa aproximadamente el 8,4 % de todos los nacimientos en España en ese año y la cifra supone un descenso de un 18 % en el número de recién nacidos respecto al año anterior, 2019. Los tratamientos de fecundación in vitro (FIV) y de inseminación artificial (IA) fueron los más utilizados para lograr estos embarazos.
Es un informe estadístico anual que elaboran de manera conjunta la SEF y el Ministerio de Sanidad. El registro oficial presenta la totalidad de los datos y resultados de las Técnicas de Reproducción Asistida (TRA) realizadas en todas las clínicas españolas que participan en el Registro Nacional de Actividad.
La utilización de cualquier dato de los estudios requiere la mención de su procedencia con la correspondiente denominación.
La Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción humana asistida establece el anonimato en la donación de gametos. Esta ley garantiza la confidencialidad de la identidad del donante, tanto en el caso femenino como masculino, salvo en dos excepciones: cuando sea necesario conocer la identidad como parte de un proceso penal o cuando exista un peligro real para la salud o que comprometa la vida. La legislación también establece que estas dos situaciones excepcionales no tendrán implicaciones o consecuencias jurídicas en el plano personal o patrimonial.
Los tratamientos de reproducción asistida autorizados en España son la Inseminación Artificial, la Fecundación In Vitro (FIV) o la Inyección Intracitoplasmática (ICSI), tanto gametos propios de la pareja como de donante. Otras técnicas como la embrioadopción, la transferencia intratubárica de gametos o el método ROPA también están permitidos.
Actualmente, en España, la gestación subrogada o gestación por sustitución es una práctica ilegal. Está totalmente prohibida su publicidad o promoción, así como cualquier remisión a otros centros en el extranjero o agencias de intermediación.
Según el último informe publicado por la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), en 2020 se realizaron un total de 152.236 tratamientos de reproducción asistida en España. De estos, el 84 % correspondió a técnicas de fecundación in vitro (FIV) [127.420 tratamientos], mientras que el 16 % restante correspondió a técnicas de inseminación artificial (IA) [24.816 tratamientos].
Estos datos estadísticos, detallados en el Informe Registro Nacional de Actividad 2020 – Registro SEF, proceden de la totalidad de 313 centros que realizan tratamientos de fertilidad en nuestro país.
Es importante destacar que estos datos corresponden al año 2020, un año influenciado por la pandemia de la covid-19 y pueden variar en años posteriores.